Ganó el morenismo, pero perdió México. Las elecciones de ayer, con voto inducido, voto comprado, voto clonado, voto de Estado, todo lo que el INE de la Taddei permitió con una desfachatez olímpica, confirman que el 1 de junio ha sido un parteaguas: el día de ayer murió la independencia del Poder Judicial, mientras las transas del carro completo se repetían flagrantemente sin que autoridad alguna interviniera con la menor efectividad, con la resultante de que se impuso en México un sistema judicial sometido, retacado en cada instancia por candidatos que responden a algún grupo de presión oficialista. Nadie del grupúsculo del poder se quiso quedar fuera de la rebatinga: los maestros metieron sus acordeones, los sindicatos ídem, los Gobernadores por supuesto, y la Federación ni se diga.